La ambición de Lizzette Álvarez Vera ha dejado sorprendidos a muchos. La alcaldesa de Alvarado, conocida por su manejo cuestionable del gobierno municipal, solo se presenta a trabajar cuando es día de cobro y, en ocasiones, los lunes. Ahora, busca imponer como candidata a la presidencia municipal a su hermana Rosario Álvarez Vera, conocida como «Charito».
Lizzette, quien tiene una reputación manchada por sus presuntos vínculos con personas de dudosa moralidad, de esos que la vox populi describe como «mañosos», parece ver la alcaldía como un negocio personal, un botín que puede seguir gestionando a través de su familiar. Rosario, por su parte, ha dejado claro que hará lo que su “manita” le ordene.
Parece que Lizzette Álvarez ha perdido el rumbo, cegada por el poder, lo que le impide aceptar lo que la propia presidenta de la República ha señalado de manera tajante: los cargos públicos no deben heredarse a los familiares. Así se comporta la alcaldesa de Alvarado, que, en muchos aspectos, parece no ser distinta a los personajes de la película mexicana La Ley de Herodes.