La persistencia de la solitaria manifestante de nombre Julieta, bloqueando la calle Enríquez en el centro de Xalapa, ha captado la atención de ciudadanos y medios de comunicación.

A pesar de haber sido atendida por las autoridades estatales y de contar con opciones de diálogo, su negativa a continuar con las conversaciones y su rechazo para dar declaraciones a los periodistas han generado incertidumbre en torno a sus demandas.

¿Es la “cerrazón” una estrategia válida cuando los canales institucionales están abiertos? El tiempo dirá si esta protesta tiene un fin legítimo o si, por el contrario, se convierte en un símbolo de aislamiento y falta de propósito.